domingo, 6 de octubre de 2019

Vicente Espinosa, un tomellosero entre los últimos de Filipinas


CIUDAD REAL (España).- Cual si de unos Miguel de Cervantes se tratase, salvando las distancias, esta semana nos ha sido entregado un valioso documento sobre un tomellosero que combatió en la guerra de Filipinas y fue de los últimos en abandonar el archipiélago, según publica www.lanzadigital.com

De Cide Hamete Benegueli hizo su nieto, Julián Espinosa López, que nos ha facilitado el material para dar a conocer los avatares de su antepasado en las últimas posesiones del Imperio Español (en aquel que en la época de Felipe II no se ponía el sol).
El protagonista de esta historia es Vicente Espinosa Jareño (a la derecha en la imagen), fallecido el 10 de noviembre de 1945 a los 70 años.
El documento, titulado “Diario en las Islas Filipinas”, comienza con una advertencia a los lectores. “Muchos de los nombres de los lugares que parecen en este este diario están escritos según suenan en su lengua original o en inglés, ya que el narrador no sabía ni el idioma originario de la región, no tampoco inglés. Hemos tratado de traducir dichos nombres para así situarlos mejor en el mapa”.
Así pues, damos paso al relato de Vicente Espinosa en las Islas Filipinas.

Relación nominal del tiempo que llevo de servicio

“Salí de mi casa el 22 de octubre de 1895. Fui destinado al Regimiento de Infantería León 38 [estaba en Madrid] y a la Primera Compañía. Allí permanecí hasta el día 30 de agosto del 96, que fui sorteado para Cuba con el número 122. Tuve que dar 2.000 reales [entendemos que para no ir a Cuba]. Permanecí en la misma compañía hasta el día 2 de octubre que me sortearon para Filipinas con el número 20, habiendo sorteado en esas intermedias para Filipinas y Puerto Rico cuatro veces.
Vapor Covadonga

Vapor Covadonga

Embarque para Filipinas en Barcelona el día 19 de octubre en el vapor Covadonga. A los cinco días de la salida llegamos a Porsaez [Port Said] en donde tomó carbón en vapor y después salimos por el Canal de Suez. A la salida encontramos el puerto de Suez, donde no paró el vapor nada más que una hora, dando salida para Adén, que tardamos en llegar seis días. Después salimos para el puerto de Singapore [Singapur], tardando once días en llegar. Luego salimos para Manila, que tardamos en llegar. Desembarcamos en Cavite el día 12 de noviembre del 96, donde permanecí hasta el día 20 que salimos para la estación de Manila, todavía sin tomar el desayuno y eran las dos de la tarde.
Tomamos el tren donde permanecimos hasta las 10 de la noche que paramos en Gigunto por estar destrozado el ferrocarril por los insurrectos. Aquella hora nos dicen que tenemos que marchar para el pueblo que desde la estación decían que faltaba una hora. ¡Bendita sea la hora que parecía de las fuertes de este país! Todo dimanaba del guía que llevábamos que nos perdió y toda la noche nos la llevamos de camino, llegamos a las seis de la mañana. Nos tenían buena comida pero a las diez de la mañana nos estaban preparando lechón, que es una comida especial en este país. Pero a las once llega un telegrama [ordenando] que inmediatamente tenemos que salir para Calumpit que teníamos que embarcar en el vapor.
Aquella hora salimos sin podernos esperar para comer. Pasando la vía por Malolo llegando a Calumpit donde teníamos que embarcar para Arayat. En una hora que paramos en Calumpit, de pocas no dejamos en el pueblo ni gallinas, ni patos, que todo nos era poco para avanzar para rancho. No pudimos comerlas hasta que llegamos a Arayat a las once de la noche, que a aquella hora tenían que hacer el rancho. A la una nos llaman para tomar el rancho que, por desgracia, ni pan teníamos. El rancho de gallinas no se podía probar que las rancheras lo habían quemado. No pudimos comer nada y a las siete de la mañana nos tenían otro por la misma especie para salir a las nueve de la mañana para el pueblo de San Isidro.
¡Bendito día que pasamos hasta llegar a este pueblo! En un barrio que se llama Sibutan nos dieron un poco de mariscada con babery. Cosa peo que aquello no se puede comer que nos fue vomitivo para todos y para mí más. Cuando llevaba una hora de camino ya no podía asistir a la compañía del mareo que me dio la dichosa comida y antes de llegar al pueblo de Caviao me tuve que montar en el caballo de un oficial hasta el pueblo.
Barco atravesando el Canal de Suez

Barco atravesando el Canal de Suez

Allí nos dieron un refresco para poder continuar la marcha hasta el pueblo de San Isidro, donde yo llegué en una carromata. Llegamos a las nueve de la noche, que todas las personas salían a recibirnos con mucho entusiasmo que parece que no han visto persona nunca y gracias que nos tenían una cena muy abundante y muy buena. En este pueblo permanecimos cuatro días hasta que pidieron voluntarios para marchar a San Miguel de Mayunro y fui uno de los que dieron el paso al frente”.

Vivencias de la cruda guerra

“Salimos con cuatro horas de camino y llegamos a San Miguel de Mayunro donde nos recibieron muy bien. Al día siguiente teníamos que salir al monte en busca de los insurrectos. Partimos a las cuatro de la mañana, estuvimos de marcha hasta las doce que pudimos llegar hasta las trincheras y en quince minutos de fuego desalojamos al enemigo de sus posesiones. Inmediatamente nos abrimos para el pueblo y eran las 2 de la tarde cuando en medio del bosque escuchamos la música y gritos de “Viva España. Eran los curas y los principales del pueblo que nos llevaban comida. En este pueblo estuvimos tres días, dándonos la comida y sirviéndonos la mesa los frailes”.
Sigue contando Vicente Espinosa en sus diarios los siguientes movimientos que realizaron las tropas hispanas. “Salimos para San Isidro donde permanecimos dos días más para descansar. Salimos para San Fernando de la Pampanga con dos días de camino parando por Cabian, Arayat y México en San Fernando. En este pueblo permanecimos cuatro días para descansar ya que teníamos que continuar para la provincia de Batán”.
“Salimos para Balanga con cinco días de camino pasando por Bacolor, Florida Blanca, Dinalepijang Hermosa y Orami. Llegamos enfermos casi todos. Paramos cuatro días y dicen que tenemos que marchar para Olonga, pero llegamos a este pueblo con cuatro días de camino, pueblo de la playa. Al poco rato dicen que los insurrectos están en un pueblo del que se han llevado todo y han empalado al cura. Salimos en un vaporcito hasta el pueblo, al que llegamos a las dos de la noche, hora en la que atacamos el pueblo de Morang, quedando por amos del pueblo”.

Fuego cruzado, prisioneros y muertes

El relato de Vicente Espinosa se va endureciendo con la llegada de los terribles combates. “Aquella hora le pegamos fuego y nos retiramos al vapor, donde permanecimos hasta el día siguiente. A las 7 de la mañana salimos para un pueblo al que llegamos a las 10, un pueblo llamado Baga donde no sabían que había cazadores, puesto que se marcharon al monte asustados todos. En este pueblo de Baga permanecimos 4 días sin pan ni galletas”.
“El dia primero de enero del 97 salimos para Morany que estaba ocupado por el enemigo. Teníamos que marchar por tierra y antes de llegar encontramos al enemigo. Cruzamos fuego y nos hicieron un muerto y dos heridos,  por su parte fueron vistos cuatro muertos. En busca de esta partida estuvimos  hasta el día 5 que tuvimos fuego, haciéndoles cuatro prisioneros, los cuales sabían donde estaba la partida principal e inmediatamente fueron fusilados dos, dejando los restantes para guías”.
Soldados españoles en Filipinas

Soldados españoles en Filipinas

“El día 6 continuamos la marcha, que no había más camino que un río, pasando todo el día de camino. El día 7 continuamos hasta las diez de la mañana que encontramos las trincheras. Empezamos el fuego en una cuesta donde teníamos que subir a gato. Como la guerrilla  marchaba los dos días en vanguardia, fuimos los primeros en subir, no quedando nada más que tres de los compañeros míos de los que íbamos juntos, quedando los demás muertos y heridos. Hubo veinte bajas en la compañía, entre muertos y heridos”.

En el hospital

“Bendito sea el 7 de enero, que nunca se me olvidará y a los dos compañeros que todos sacamos averías de las balas enemigas. Me destrozaron el fusil y una bala que me rompió el sombrero. En este fuego hicimos 8 prisioneros, los cuales fueron fusilados. Allí permanecimos hasta el día siguiente para marchar al pueblo donde estábamos destinados y en el que permanecimos cuatro días. Después salimos para Orami, donde permanecimos hasta que el capitán se presentó voluntario para las operaciones de Cavite”.
“A mi llegada a Orami yo estaba enfermo, con todas estas fatalidades nos marchamos a Manila, donde me llevaron al Hospital a reconocimiento. El médico no me dejó marchar más, y esa fue la salvación de mi vida. Estuve 6 días en cama y luego me quedé de practicante en Manila”.

De las estancias en el hospital y su caída como prisionero hasta su regreso a España

“El 2 de mayo de 1897 me destinaron al Hospital de Ymus, provincia de Cavite, pasando por Cavite, San Roque y Santa de Malabón. En este Hospital permanecí hasta el 17 en el que nos trasladaron a Nau donde estuve hasta el 10 de junio. Este día el director mandó con 60 enfermos a Manila, donde quedé destinado sin más cargo que pasearme. El 19 de octubre me trasladaron al Cuerpo de Sanidad Militar, con destino en el Hospital de Malate. Allí estuve hasta el 29 de diciembre, día en el que fui destinado a la enfermería de San Isidro. Tardamos cuatro días en llegar y pasamos por los pueblos de Caloocan, Palo, Marilao, Boeabuig, Bigaas, Guiguinto, Malvlos, Calumpit, Arayat y Calrao. Llegamos a San Isidro el día 2 de enero del 98 donde me encuentro destinado hasta nueva orden”.
Vicente Espinosa tendrá que hacer frente  a situaciones ciertamente complicadas y que narra con todo detalle en su diario. “En San Isidro permanecí hasta el 20 de junio, día en el que decidimos abandonar este pueblo al estar rodeado de enemigos que hacían fuego por todas partes. Así estuvimos toda la noche. Tomamos tres trincheras y en ellas tuvimos diez bajas entre muertos y  heridos. En esta situación hasta las doce del día que nos tuvimos que entregar. Estuvimos muchas horas sin comer y al día siguiente nos metieron en la cárcel”.
Soldados españoles

Soldados españoles

El tomellosero que combatió en Filipinas sigue contando que “el 12 de julio me destinaron al pueblo de Cabia para curar unos heridos. Allí permanecí hasta el 12 de septiembre a la Calcicero en la cárcel. El día 20 me destinaron a un “bajay”, donde permanecía hasta el día 5 de mayo del 99 que salí para Cabanatuan. Tardamos dos días en llegar pasando por Santa Rosa. El 17 de mayo salimos para Bayaban, provincia de Pangasinan, pasando por Aliaga, Sieab, Bidoria, Carlao, Guerona, Pamque y Monaladu. Llegamos a Bayaban  el día 22. En este pueblo permanecí hasta el 20 de junio que fui destinado con mi amo a la Cabecera de Garlae.”.

La llegada de los americanos

Continúa con su relato Vicente Espinosa que desembocará en el regreso a España. “En esta cabecera permanecía en compañía del gorresno hasta el 20 de agosto que salí para la Cabecera de Nueva Écija pasando por los pueblos de Murcia, Capas, Concepción, San Pedro, Magala, Arayat y Cabiao, llegando al pueblo de San Isidro el día 23. Aquí permanecí hasta el 25 de octubre que salí para Benaranda por la llegada de los americanos. En Benaranda estuve hasta el 30 de noviembre, donde pude conseguir escapar por estar enfermo con calenturas palúdicas”.
“Salimos para Baliguayig tardando en llegar dos días, y pasando por Santa Lucía, San Miguel y San Ildefonso. Llegamos a Baligua donde paramos un día con los americanos, saliendo el día 3 de diciembre para Manila pasando por San Mateo, donde paramos todo el día. El día 4 partimos hacia la estación de Manolos, llegando a Manila el día 4 a las 9 de la noche. Al día siguiente fui destinado a prestar servicios en el Hospital donde he estado hasta el día 20 de febrero de 1900 que embarqué para España en el vapor “Isla de Luzón” de la compañía Transatlántica de Barcelona”.
“Salí de Manila el 20 de febrero y pasamos por Singapur, Colombo, el estrecho de Sumatra, Coliflor, Cabo de Infierno, Suez, Port-Sad (Port-Said), llegando a Barcelona el 23 de marzo a las diez de la mañana y allí permanecí hasta el día 26 que salí para este pueblo, llegando el día 27 donde me encontré a mi buena familia después  de 56 meses de servicio”.

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