MANILA.- Una década después de su muerte, Filipinas honra la memoria de su
expresidenta más querida, Corazón Aquino, un icono de la democracia que
en 1986 logró derrocar de forma pacífica la "dictadura conyugal" de
Ferdinand e Imelda Marcos.
Decenas de amigos y simpatizantes de
los Aquino acudieron a un homenaje a la exmandataria en el décimo
aniversario de su muerte en el Memorial Park de Manila, donde sus restos
descansan junto a los de su marido, Benigno "Ninoy" Aquino, opositor
asesinado en el aeropuerto de Manila por sicarios al servicio de los
Marcos en 1983 cuando descendía la escalerilla del avión en el que
regresaba del exilio.
"Ella no sólo representa un ideal, sino que
fue una figura que realmente dedicó su vida a servir al pueblo, en su
faceta pública y privada", señaló su hijo Benigno
"Noynoy" Aquino, que también fue presidente del país, de 2010 a 2016.
Noynoy,
junto con sus hermanas, acudió a una misa en honor a su madre a los
pies de las tumbas de sus progenitores, cubiertas ahora con flores
amarillas, color que identificó la lucha pacífica por el "cambio
democrático" abanderada por los Aquino.
Apodada en su día "La
Juana de Arco Filipina", Cory se describía como una "simple ama de
casa", pero con 40 años se convirtió en la esposa de un preso político, a
los 50 en la viuda de un mártir de la dictadura y a los 53 en la
primera mujer presidenta de Filipinas, después de que la trágica muerte
de su marido la abocara a la vida política.
Miembro de la familia
Cojuangco, una de las más ricas de la comunidad chino-filipina, Corazón
se casó en 1954 con el líder de la oposición democrática contra la
dictadura de Marcos, con el que tuvo cinco hijos.
"Mi madre es aún
en el presente una inspiración, al margen de los desafíos que
afrontemos. Ya en el pasado superamos todas las dificultades. Si pudimos
hacerlo entonces, también podremos hacerlo ahora", apuntó Noynoy sobre
los retos a los que se enfrenta en estos momentos la democracia filipina
bajo el mando de su sucesor, Rodrigo Duterte.
Varios miembros del
Partido Liberal en el que Noynoy milita -incluida la vicepresidenta,
Leni Robredo- han sido acusados de sedición, cargos que achacan a sus
críticas al mandatario y sus políticas "dictatoriales", como la brutal
guerra contra las drogas, el acoso a activistas de izquierdas o los
ataques a sus detractores.
Precisamente Duterte ha contribuido a
revitalizar la imagen de los Marcos -rivales políticos y enemigos
personales de los Aquino-, ya que no sólo ha apoyado las carreras
políticas de sus vástagos Bongbong e Imee Marcos, sino que ordenó el
traslado de los restos del dictador al cementerio de los héroes en
Manila.
El décimo aniversario del fallecimiento de Cory se
conmemora tres meses después de las elecciones legislativas Filipinas,
en las que la dinastía Aquino perdió apoyos, mientras que el apellido
Marcos se cotizó al alza.
Imee Marcos, después de nueve años como
gobernadora de Ilocos Norte -el feudo familiar de los Marcos-, logró un
escaño en el Senado, la cámara legislativa más influyente, que a menudo
es empleada como trampolín para mayores aspiraciones políticas.
Su
hermano Bongbong ya sirvió como senador, se quedó a las puertas de ser
elegido vicepresidente en 2016 y suena como posible candidato a la
carrera presidencial post-Duterte para 2022.
Sin embargo, el
exsenador Bam Aquino, primo de Noynoy y sobrino de Cory, era la gran
apuesta de la oposición para contener en el legislativo el poder
creciente del tándem Duterte-Marcos, pero se quedó a las puertas de
revalidar su asiento en el Senado.
Cory, que falleció el 1 de
agosto de 2009 a los 76 años por culpa de un cáncer de colon, gobernó el
país durante un turbulento mandato entre 1986 y 1992, el primero de la
democracia tras dos décadas de férrea dictadura y en el que sobrevivió a
siete intentonas golpistas.
Venció en las urnas tras su liderazgo
en la conocida como la Revolución de EDSA, una revuelta popular
pacífica que forzó el exilio de los Marcos a Hawái, y como presidenta
abogó por una política de "reconciliación" que hizo que muchos de los
crímenes de la dictadura quedaran impunes.
Según Amnistía
Internacional, durante los años que Ferdinand Marcos gobernó bajo la ley
marcial (1972-81), al menos 3.240 opositores fueron asesinados, 70.000
encarcelados y 34.000 torturados, entre ellos su marido.
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